David Jiménez, para muchos el "Kapuscinski español" presenta su tercer libro "El lugar más feliz del mundo", obra en la que el autor reúne el manual definitivo sobre el periodismo de reportajes, una radiografía sobre la naturaleza del individuo y un viaje vital de quince años en busca de un destino que, a menudo, está más cerca de lo que nosotros pensamos.
Una tarde de algún mes del año, hace ya mucho tiempo - periodísticamente hablando- , David Jiménez, el corresponsal de El Mundo en Asia, entró en el despacho de Pedro J. Ramírez y le comunicó su deseo de coger la maleta y marcharse a algún lugar del planeta para, desde allí, contar historias. "No quiero estar más en la redacción", le dijo. Así que con las mismas renunció a su contrato y voló a China. A partir de este momento comenzó su andadura por Asia. Cazador de historias en los rincones más recónditos de la tierra, el periodista es a día de hoy el corresponsal asiático por excelencia en el que es uno de los diarios más importantes de este país.
Hemos empezado su historia, que para el
caso podría ser la nuestra, diciendo que fue "hace mucho tiempo
periodísticamente hablando". Y es que si en algo hubo consenso
durante la presentación del libro, que tuvo lugar con motivo del #NewPaper4 que se celebró el pasado 13 de Noviembre en la Facultad de Ciencias de la
Información de la Universidad Complutense de Madrid, fue en que los
corresponsales son una especie en peligro de extinción. Esenciales sí, pero en
peligro de extinción. Mantenerlo es caro, y en tiempos de crisis, las empresas
de comunicación han decidido que pueden pasar a un segundo plano.
Y es aquí precisamente, en este punto
donde, según Jiménez, Internet ha querido que esté nuestro lugar: "Esta es un profesión de pesimistas y
os engañaría si os dijese que no lo tenéis difícil, sin embargo se avecinan
gracias oportunidades gracias a Internet". La clave está en ir a
lugares donde otros no van y darle voz a aquellos que no la tienen. El planeta
Tierra es inmenso, y si a esto le sumamos que cada persona es un mundo - hay
más de 7.000 millones de individuos- calculen, el abanico de
posibilidades se eleva a la enésima potencia. La curiosidad, las ganas y
el querer contarlo hacen lo que las empresas periodísticas han decidido dejar a
un lado.
Ánimo. Quizás sea imposible. Pero ¿Por qué no lo comprobamos nosotros mismos?
Fotografia de la portada de "El lugar más feliz del mundo"