Los domingos

Los domingos

jueves, 23 de enero de 2014

Así funcionan los líderes de comunicación en España

Inforpress es la mayor consultora de comunicación en España. Con un equipo de 200 profesionales en plantilla, liderados por su directora y fundadora Nuria Vilanova y 14 sedes en países de Europa, América y Asia, ofrece servicios de consultoría externa, interna, marca, reputación, servicios transversales de creatividad e investigación.

Tras 24 años de experiencia, su objetivo sigue siendo a día de hoy liderar la comunicación gracias “al conocimiento y la innovación” en España y Portugal. Entre sus servicios de consultoría destacan: la comunicación externa, comunicación en crisis, comunicación interna, comunicación en empresas familiares, relación con inversores, etc. Además ofrece también servicios transversales que buscan mejorar la imagen de una entidad mediante la comunicación audiovisual, eventos, plataformas, etc.



Para mejorar su imagen corporativa, Inforpess cuida el entorno con políticas de acción social y de responsabilidad basadas en ayudar a la comunicación. Cuenta además con numerosos reconocimientos como pueden ser el  Mercury Award Oro categoría de “Media Exposure”  por el proyecto “Adiction to Mobile Phones”, el Premio Best Workplaces 2013, por ser las 50 mejores empresas para trabajar en España y el Silver Sabre Award 2013 por la Memoria del Grupo Mahou.

miércoles, 22 de enero de 2014

Pedro J. Ramírez "Cometimos un grave error al no cobrar por los contenidos de valor al comienzo de la era digital"

Suena un móvil, otro, le cuelga a Ignacio González, se pone en pie, y comienza la función. Pedro J. Ramírez, director y padre de El Mundo desde el día en que nació, se rodeó ayer en la quinta edición de New Paper de futuros, o por qué no, presentes periodistas para decirles  lo que aún  que no sabían : crisis, crisis, crisis. Crisis pero con dos matices: por un lado, datos -en 2007 la prensa escrita facturaba casi 2.000 millones de euros en publicidad, mientras que en 2013 esa cifra se sitúa en 615 millones-; y por otro, un proyecto digital en manos,Orbyt, que busca hacer frente al pesimismo y que quiere, y tiene, que sacar adelante. Por su bien, el de su equipo y el de todos.

Con la certeza de quién sabe lo qué quiere -un medio de comunicación rentable- pero aún no tiene claro cómo sacarlo adelante, Pedro J. se puso en pie para vendernos su proyecto. Un proyecto con un objetivo claro: que la gente pague por consumir información de calidad. "Cometimos un tremendo error al renunciar a cobrar por los contenidos de valor al comienzo de la era digital". Orbyt, un muro flexible que podrán atravesar con una suscripción quienes estén interesado en los contenidos que aportan valor añadido, esto es, que van más allá de la mera actualidad, al tercer periódico más importante de España, solo por detrás de El País y Marca. Un modelo que ha funcionado en otros países y a otros medios y que en el seno del Lazarillo de Tormes, donde pagar cuesta mucho (capten la ironía) no es del todo capaz de arrancar. 

Pero no se alarmen. En esta nueva edición de #NewPaper no solo se nos intentó convencer de que Orbyt era el quid de la cuestión. Pedro J. dio también   una lección de periodismo. Parafraseando a Kapuscinski, defendió el periodismo como un oficio hecho para los honestos y como una de las maneras más decentes de vivir la vida. Cree, por encima de todo, que esta profesión, necesaria para la sociedad, no llegará a extinguirse nunca, y que lo único que está cambiando a día  es la manera de consumir información. Porque blogs, tertulias o cualquier medio digital no son suficientes para hacer frente a un poder interesado en que haya el menor número de cabeceras posible. 

Por eso y porque lo suyo siempre fue vocacional, intenta a 62 años, se niega a tirar los tirantes y se empeña encontrar la claves del futuro. De un futuro que avanza a pasos de gigante y que nadie sabe muy bien hacia donde nos llevará.

 Pedro J. Ramírez escucha atento los elogios del profesor y redactor del el Mundo Felipe Sahagún

Pedro J. Ramírez apaga sus móviles y bromea con una llamada de Ignacio González, Presidente de la Comunidad de Madrid

viernes, 17 de enero de 2014

En busca de la Generación Perdida

Confesiones de un pequeño filósofo: ¿Dónde están los grandes artistas cuándo más les necesitamos?.  Azorín, y con él toda una Generación de autores lograron, a través de la literatura poner en pie una España hundida. ¿Queda en esta grave crisis algún lugar para la cultura?

1898. El hundimiento del  Maine. España pierde los últimos restos de un Imperio en el que nunca se ponía el sol. Pero no todo es derrota ni el negro es infinito. A la sombra de una crisis que a priori parece invencible, nace un grupo de ensayistas, poetas y escritores que a través del arte y la reflexión intentan reconducir a toda una nación por las sendas de un futuro mejor. Un grupo de hombres que, tras la Restauración de Cánovas del Castillo, vieron sus esperanzas personificadas en la proclamación de la Segunda República, una hija a la que escucharon morir entre los disparos de la Guerra Civil.

Estos autores, que nacieron a partir del denominado Grupo de los Tres (Azorín, Baroja y Maeztu) comienzan a desarrollar un estilo crítico y regeneracionista con  la concepción tradicional de lo viejo y lo nuevo: no romper con el pasado, sino corregirlo. Para ello emplean un pilar fundamental: La Institución Libre de Enseñanza de Giner de Los Ríos. Su tarea constituye un repudio indirecto a la enseñanza oficial, ineficaz e insuficiente y sujeta a intereses políticos y religiosos. Esto me suena. Nacida en 1876 de la mano de un grupo de catedráticos que buscaban separase de la Universidad Central  de Madrid, defendió la libertad de cátedra, así como se negó a ajustar sus enseñanzas a cualquier dogma oficial.
La Generación del 98, un claro ejemplo de como la cultura, el arte, la educación y los medios de comunicación unidos (publicaban la mayor parte de sus artículos en la Revista de Occidente)  pueden hacer grandes cosas y llevar a un país, hundido en la miseria y muy por detrás del resto de Europa, hacia un escenario de esplendor: la Segunda República.
Uno de estos revolucionarios fue sin duda José Martínez Ruíz, personaje que ha quedado completamente oscurecido tras la sombra de Azorín,  el escritor eclipsado capaz de lograr la más absoluta belleza a partir de palabras claras y concisas. El precursor del estilo periodístico. Unión de mente y literatura. Nacido en una familia acomodada, podemos distinguir a lo largo de su vida una evolución política algo peculiar, lo que condicionó también su forma de escribir y su concepción del mundo: de anarquista a caballero conservador pasando por escéptico.  Pero siempre fiel a la cultura y la educación como motor de progreso. “Somos lo que leemos”, solía decir. 
Azorín, el escritor. José el pensador: “Lector, yo soy un pequeño filósofo; yo tengo una cajita de plata de fino y olorosos polvo de tabaco. Quiero evocar mi vida”.  Así es como este gran autor comienza a impartir una gran lección. Porque al fin y al cabo eso es lo que mejor define aConfesiones de un pequeño filósofo y al mismo Azorín:una gran lección. De moral y esencia, de belleza a través de la palabra.
A modo de biografía, Azorín construye a lo largo de 14 capítulos, que corresponden a distintos momentos de su vida, una forma de concebir el mundo. A través de hechos muy concretos, a veces en forma de frases, “Yo no sé lo que tiene este chico” o “Es ya tarde”, consigue abordar temas universales, así como describir la España más castiza que pedía a gritos una modernización.
Un autor capaz de hacer de lo más sencillo lo más hermoso, de lo más simple lo más profundo. De una ventana aislada en una colina cualquiera de un monte cualquiera, evocar la propia razón de la existencia, Un ejemplo a seguir para cualquier periodista que se precie. Obsesionado con el paso del tiempo, es a la vez culto y coloquial, filósofo y amigo. Reproducir la melancolía que le causa el momento de incertidumbre en el que vive con un lenguaje apto para todos. Esa es su principal misión.
Pero ¿Dónde quedan ahora esos Azorines? ¿Esos mesías de la cultura dispuestos a sacar a un país de las sombras tenebrosas?¿Dónde está la Generación de la crisis económica más dura del siglo XXI? ¿Y qué tiene el arte que da tanto miedo?
Porque Azorín, y con él toda una Generación de intelectuales y artistas vieron caer a un país, fundieron todas sus fuerzas y conocimientos para hacer muchos de sus sueños y propuestas realidad, lo lograron, y al final de sus vidas la Guerra Civil arrasó con todo. Pero lo consiguieron, con la educación como principal argumento y sus obras como gran herramienta, lo consiguieron.
¿Y ahora qué? No siempre cualquier tiempo pasado fue mejor. De pozos mucho más profundos hemos logrado flotar. Pero si nos arrebatan las herramientas que una vez usamos difícilmente podremos avanzar.
Necesitamos pequeños y grandes filósofos. Necesitamos ideas y ganas de poner a un país de pie. Necesitamos libros. Necesitamos cuadros. Necesitamos Azorines. Necesitamos que una Generación Perdida nos haga ver la luz.

La Escuela de San Fernando del s.XXI

 Dos estudiantes de Bellas Artes cuentan las razones por las que a día de hoy creer el poder de la imaginación no es ninguna locura

El olor a tabaco y a pincel mojado impregnan la habitación oscura. París a lo lejos y un reflejo de La Condición Humana de Magritte hacen el resto. Me encuentro en una corrala de la Calle de Los Artistas de Madrid , escapando de toda civilización, buscando algo más. He quedado aquí con dos estudiantes de segundo de Bellas Artes de la Universidad Complutense de Madrid. El té se enfría. Dos vidas manchadas de color llamarán a la puerta en pocos minutos. Eduardo Morales y Mari Carmen Molina tienen entre los pinceles algo que contar.
Ambos sienten el arte de una manera especial. Conscientes de la grave crisis que atraviesa a día de hoy la creación y el creador, aseguran con la mirada desafiante estar en lugar correcto, fruto de los más grandes artistas de la historia de la humanidad. Por eso, porque para poder contar estas cosas es necesario vivirlas primero, decidimos que este no es el lugar más apropiado. Dejan  el cigarrillo a medias y la taza de té sin beber. Juntos cogemos el metro en dirección Ciudad Universitaria. Al fin y al cabo no dejamos de estar en Madrid.

Todo empezó en la semana cultural de su colegio. Con apenas seis años, Mari Carmen Molina visitó el Escorial y vio una representación teatral de Cristóbal Colón. Entonces supo que quería ser artista, o al menos intentarlo. A su lado, Eduardo Morales, recuerda una visita guiada al Museo Thyssen con prácticamente la misma edad. Entonces, su profesora  enseñó a los alumnos su cuadro favorito: un Rothko que en ese momento no fue más que una insignificante mancha de color  que no logró entender. Una mancha de color que a fuerza de observación, libros y brochazos ha aprendido a amar. “Mirar un Rothko es como mirar al mar. La pintura te invade hasta quitarte el aliento”, dice entusiasmado.
Salimos de la estación de metro. La fachada que alberga su facultad, anteriormente situada en la calle Sevilla, fue trasladada por Franco en 1960 a la avenida Greco, convirtiéndose así en una  universidad más; camuflada entre ciencias exactas; un poco difícil de encontrar. Tras un paseo de diez minutos por fin llegamos a nuestro destino. Al entrar a este edificio abandonado  y solitario, inspirado – o eso dicen- en las bases arquitectónicas del Parlamento de Berlín, una Victoria de Samotracia traída por Velázquez desde tierras romanas nos saluda, como si nos quisiera decir que estos muros albergan algo especial, distinto, bello. Paredes ruinosas, que en su día fueron blancas y que con el paso del tiempo los alumnos han convertido en lienzos,  dan forma y vida a la actual Escuela de Bellas Artes de San Fernando, en la que artistas de la talla de Dalí, Buñuel, Goya o Picasso vieron su suerte y talento crecer.

Por estos pasillos, se pasean día a día cientos de jóvenes que, al igual que Eduardo y Mari Carmen, tienen un sueño por el que luchar: vivir por amor al arte, y nunca mejor dicho. ¿Pero dónde nace y muere todo esto? “A los tres años ella ya estaba a mi lado para mancharse con mis pinceles y témperas”, dice la madre de la chica entre risas.” Por el contrario, su padre, que  la llevaba a museos todos los domingos hubiese preferido que jugase al ajedrez”, añade. Y es que para ella, nieta de un cartero que rechazó a la sobrina del mismísimo Picasso, el estar aquí hoy por hoy, andando entre barro y acuarela, es una verdad que siempre ha estado latente. Latente pero escondida, como lo están las cosas que no son fáciles de afrontar. Eduardo cuenta que desde muy pequeño han sido muchos los que se han referido a él como alguien creativo y de una sensibilidad especial. “Pero esto es algo genético, mi madre también es muy creativa”, comenta mientras recorremos los largos, anchos y coloridos pasillos que dan forma a la escuela.
Nos sentamos en unas mesas de madera vieja, situadas a un lado del pasillo. Frente a nosotros, y pese al frío de una tarde de enero, los rayos de sol del mediodía atraviesan unas enormes cristaleras. A nuestro lado, otros dos jóvenes dan los últimos retoques a un trabajo de pintura. Aquí huele distinto, las taquillas están rotas y las paredes desconchadas. Pese a todo se respira una inmensa paz. Hablan de la carrera, de qué quieren y qué esperan. Ambos coinciden en que para poder transmitir emociones a partir de una obra, primero han de entender el arte, ese ente complejo e indefinible que ha estado omnipresente en la sociedad desde la prehistoria. Y  quizás es ese el motivo por el que eligieron mancharse las manos en lugar de hincar codos delante un libro de mil páginas. Aseguran estar en lugar correcto, lo aprecian tal y cómo es. Eso sí, no se consideran valorados por el resto de universitarios: “Es cierto que no tienes que sentarte frente un temario infinito para aprenderte la Constitución, pero  te exige muchísimo , ya que el pilar fundamental es la creatividad. Todo el mundo dice qué bonito pero nadie qué duro”, protestan al unísono. No obstante, mientras Eduardo confiesa que lo máximo que espera de sus cuatros años en estas viejas aulas es llegar a ser un mero observador del arte, Mari Carmen dice anhelar luz y oscuridad, no sabe ni el cómo ni el cuándo, ni cómo alcanzará esa meta, ese poder vivir siendo e la  artista en la que, poco a poco, está convirtiéndose.

“Todo el mundo dice que bonito pero nadie qué duro”

Y es que la sombra de un futuro incierto amenaza sobre estos estudiantes tal vez un poco más que al resto: el arte como tal,  se encuentra sumido actualmente en una profunda crisis. No solo el monstruo de los recortes en cultura acecha, sino que a día de hoy, el arte contemporáneo ha sobrepasado sus límites, de manera que todo parece estar inventado: “El arte es una emoción, no tiene porqué cumplir una función. Ahora se hace arte para reflexionar, reduciendo cualquier obra a una simple reivindicación más”, comentan enfadados. Ven las obras contemporáneas de esta  nueva era como una simple provocación, que intenta sin éxito sobrepasar sus propios límites. Según ellos lo único que avanza – no se sabe muy bien en qué dirección- es el mensaje  y el formato, qué hacer para llegar al espectador y que éste se plantee ciertas cosas, utilizando como vía una acción que, a veces, es efímera. Además consideran el exponer en una galería un ejercicio demasiado fácil, y se quejan de que incluso mostrar tus obras al público en cualquier bar olvidado desemboca, en la mayoría de los  casos, en una pérdida de tiempo y dinero. Aún así, si hoy por hoy se encuentran sentados alrededor de esta mesa es por algo: todavía quedan cosas que inventar. “El arte es tú y tus circunstancias. Cada época es distinta a la anterior y reclama una forma de expresión concreta”, explica Eduardo mientras apura el último sorbo de su vaso de café.  

“El arte es tú y tus circunstancias”

Por eso, porque ven en el arte una canalización de un sentimiento capaz de hacer nacer en el espectador una emoción, creen en la existencia un arte eterno, que vuela como el albatros de Baudelaire por encima de crisis morales y económicas. “Los buenos artistas existen, escondidos tal vez, pero existen”, asegura Eduardo. Será el paso de los siglos el que los convierta en leyendas. Pero no nos asustemos. Esto es algo  que ha ocurrido siempre, sean  cuales sean las estructuras que configuran una sociedad. Aún así estos dos estudiantes coinciden en que corren malos tiempos para la creatividad y la imaginación, para dejar al alma escapar de las barreras de un cuerpo oprimido por las convencionalidades.


Se empeñan en matar sin recelo la imaginación de los niños. ¿De qué tienen miedo? Tal vez el olor a pintura y arcilla es algo que tiene que sobrepasar los escombros  de esta facultad. ¿Dónde están los artistas de la Generación Perdida de siglo XXI? De pozos más profundos hemos salido. “Hacia el año 1898 un grupo de artistas en intelectuales de la talla de Azorín fundaron la Institución Libre de Enseñanza y a través de su creación hicieron que España avanzase hacia el futuro. No sé si dentro o fuera de nuestra Universidad, pero estoy seguro de que algún día aparecerán”, sentencia Eduardo.

miércoles, 8 de enero de 2014

Muy interesante. La ciencia amena y divertida

Muy interesante, la revista para saber más de todo

En 1981, esto es, más de 30 años, Juan Caño y el grupo G+J España fundaban en Madrid esta revista mensual de divulgación científica con un objetivo definido: acercar la ciencia a la sociedad.  Escrita en lengua hispana e hija de una homónima francesa, durante la década de los 80 pasó a convertirse en la revista científica de referencia, e incluso fue  la primera publicación en incluir un holograma en su portada. Innovadora y única, cruzó fronteras y a día de hoy se publica en numerosos rincones de todo el mundo: Argentina, Colombia, Ecuador, Perú, Venezuela, Uruguay, Bolivia y Paraguay.


Dirigida desde 1989 por José Padrina,  entre sus firmas más conocidas se encuentran Juan Luis Arsuaga, Ángel Sabadel, Antonio Muñoz Molina o Abraham Alonso entre otros.  Con una tirada de más de 350.000 ejemplares solo en España - lo que la sitúa como la tercera revista española con mayor difusión y la primera en cuanto a lectores se refiere-, la clave de su éxito está en la "mezcla perfecta de rigor, amenidad, diversión y variedad apoyada en un diseño espectacular". Y es que sus contenidos, que abarcan desde las ciencias biomédicas, hasta la tecnología y la astrofísica, pasando por la psicología y la historia, son muy accesibles para cualquier lector. La revista para pequeños y grandes.

Las secciones en las que se divide la publicación son sociedad- sociología, pareja, consumo y deporte-; ciencia y tecnología - astronomía y espacio, futuro, ordenadores, automóviles e Internet-; medicina- salud, nutrición y biología-; naturaleza - ecología, aventura, medio ambiente, flora y fauna-, y por último cultura- historia, economía y actualidad-. 

Y dejamos lo triste para el final. En cuanto a la situación económica, la crisis - como no podía ser de otro modo- , también afecta al grupo G+J, como fruto de la caída de las ventas y la publicidad. Recientemente acaba de llevar a cabo dos ERES con los que se despiden a 45 personas de las 204 que aún quedan en la empresa, convirtiéndose en el Grupo de Comunicación que más despidos ha realizado desde el inicio de la recesión, un total de 300 personas

                               Portada con el holograma.

martes, 7 de enero de 2014

José Luis Acosta "Si alguien se enriquece con el trabajo de otro y no paga, eso se llama robar"

            

José Luis Acosta es director de la SGAE desde el 25 de Julio del pasado año. Nacido en Jaén en 1961 ha trabajado como director y guionista de cine y televisión en series como "Los Ladrones van a la oficina" o "Ana y lo Siete". Además de su cargo en la Sociedad General de Autores y Editores, que se encarga de gestionar el cobro de los derechos de los derechos de los autores y la protección de los intereses de los editores, es vicepresidente de la Asociación de Guionistas ALMA. Hablamos con él de su trayectoria profesional y del papel de los guionistas en el panorama audiovisual.


-¿Cree que los guionistas están lo suficientemente valorados?
- No lo sé. Esta lucha siempre ha existido entre directores y guionistas. No me cabe duda de que en las series los guionistas mandan, mientras que en el cine el peso se lo lleva el director.

-Allá por la década de los años noventa cosechó dos de sus grandes éxitos, Gimlet y Los ladrones van a la oficina ¿Qué prefiere, cine o televisión?

-Tanto monta, monta tanto, una como la otra. Ahora mismo la televisión es distinta con respecto a los noventa, pero todo tiene su atractivo. El cine es algo más personal y la televisión es algo mucho más coral, de producción.

-Dos de sus grandes proyectos fueron Ana y los Siete y Los ladrones van a la oficina . ¿Cómo se plantea usted a la hora de trabajar dos series tan diferentes en cuanto al guión y a los actores?

-A lo largo de mi carrera he participado en doce series distintas, de géneros muy diferentes, y cada una tiene su cuerpo. No obstante, el día a día es prácticamente igual en todas ellas. Lo que puede variar es la relación con los actores.



-¿Cuál es el secreto de una serie para que se mantenga viva diez temporadas?

-Si lo supiese sería rico y famoso y estaría ahora mismo en un yate. No conozco el secreto. Nadie lo conoce. Es un misterio y en ello radica lo romántico que le queda a este oficio. Lo único que se sabe es aquello que no se debe hacer, los errores que no se han de cometer, pero de ahí a que se nos garantice el éxito hay un abismo.


-Usted ha trabajado con actores de la talla de Manuel Alexandre, Fernando Fernán Gómez o Ana Obregón. ¿Cómo influye el reparto en el éxito de un programa audiovisual?
-Evidentemente, en televisión contar con actores de nombre y cara conocida influye. No obstante, puede ocurrir que el caché de un actor o de un director no sea suficiente y el proyecto fracase; a la vez que nos podemos encontrar con que una película o serie de menos caché funcione muy bien. Aún así el contar con un buen reparto nos ofrece, a priori, una cierta garantía de éxito.

- ¿Por qué a veces se alarga tanto una serie que llega a perder su sentido?
-Saber cuando parar es de sabios, es muy difícil ya que esto no deja de ser un negocio y la audiencia y las cadenas mandan. Por razones económicas muchas series se han alargado innecesariamente.


- Desde el punto de vista del guión, ¿el primer capítulo se hace de forma especial?

-Yo creo que no solo el primer capítulo, sino que me atrevería a decir los primeros quince minutos. Si no reúnen los factores esenciales para seducir a la audiencia, es complicado que el proyecto siga adelante.

-¿Cómo ve lo de las penas de cárcel para las webs de enlaces?
- Si alguien se enriquece con el trabajo de otro y no paga, eso se llama robar.

- Hablemos ahora de su papel como director de la SGAE ¿Está la imagen de esta entidad muy perjudicada?
- Sí, lo cierto es que hay una hostilidad enfermiza hacia la casa. Cualquier cosa mala se enfatiza. En la SGAE enciendes una cerilla y parece que arde Roma







                                                      Foto: Juan Algar, Diario Córdoba

miércoles, 11 de diciembre de 2013

Más de un 80% de los españoles suelen escuchar música

Pese a la crisis en la que está sumida la industria musical – según el Libro Blanco de la Música en España 2013 que se publicaba el pasado Noviembre la venta de música grabada bajó un 71% en la última década- los españoles reconocen  que escuchar música es el hábito cultural más frecuente.

Además, según el Anuario de Estadísticas Culturales 2013, pese a la crisis, la asistencia a conciertos de música actual ha aumentado en los últimos años hasta alcanzar el 26%.  Y otro dato optimista para la industria sonora de nuestro país: de este porcentaje, cerca de un 50% corresponde a conciertos de pop-rock español. Se explicaría así, según estos datos, el impacto económico de esta industria en España: supera los 4.000 millones de euros de manera indirecta.  (Mientras, el impacto directo apenas supera los 900 millones de euros).

Sin duda, Internet y plataformas como Spotify o Itunes han cambiado la forma de escuchar y concebir el concepto de música: “La gente joven no concibe la música como un en compacto, decía Antonio Guisosola, Presindente de Promusicae, la Asociación de Discográficas Españolas.  Ahora este género cultural, no es algo que nos acompaña de manera puntual gracias a la puesta en marcha de un tocadiscos: la llevamos con nosotros a todas partes, igual nos acompañan los latidos del corazón. Ahora lo puntual, la excepción, es un concierto en directo: entonces sí nos gastaremos el dinero. Una catástrofe para la economía, sí. Pero ¿solo para la economía?

Hoy por hoy la música está en todas partes y casi todo el mundo puede crearla. Temas de dudosa reputación– Opá yo voy a hacer un corral- se convierten en el número uno de los 40 Principales. La masificación amenaza con destruir la calidad. Internet se convierte así en la cara y la cruz para el progreso de este género: habrá muchos más cantantes, dado que no dependerán tanto de productores para ser escuchados,  que podrán alzar la voz; pero a la vez cualquier producto es válido.

Se extiende la certeza de que nunca más habrá canciones como las que una vez ofrecieron al mundo Chuck Berry, los Rolling, los Beatles o Bob Dylan entre otros muchos. Pero pensándolo bien: ¿Es Internet el responsable o es la música que escuchamos un reflejo de la decadencia de nuestra sociedad?



Cuadro resumen del Anuario de Estadísticas Culturales 2013: Hábitos y prácticas culturales